TRÍPTICO, O LA DESOLACIÓN DE RAFAEL

Un texto académico, reflexión filosófica sobre la creación y el miedo al fracaso, pura hermenéutica (análisis del lenguaje teatral) de los personajes de Esperando a Godot de Samuel Beckett. Es un homenaje al teatro del absurdo, creado por un actor que intenta escribir, en un ambiente de ebullición intelectual post-dictadura lleno de culpabilidades. Estas tres claves cronológicas (Beckett 49, vanguardia 70, y Argentina 90), en un espacio desnudo, árido y sin concesiones.

TRÍPTICO ó LA DESOLACIÓN DE RAFAEL
 
De Joaquín Gómez, que también dirige el espectáculo.
Interpretada por Arístides Naranjo, Fernando Roca y el propio Joaquín Gómez.
Garaje Lumiere, Calle Ciudad Real (Delicias).
Mayo de 2012.
 

La inspiración primera es Beckett: dos personajes esperan, se preguntan qué pasa y no pasa nada. La inacción es una provocación ante una Europa que ha consentido el horror de las dictaduras, guerras y holocausto. La otra inspiración está en el teatro de los años 70, cuando se plantea un vivo debate: ¿quién es el auténtico creador del espectáculo teatral?, ¿un autor pasivo y ausente, un director manipulador y artificioso, o el actor que sacrifica las palabras hasta quedarse en la acción muda?

El texto está escrito en los años 90 en Buenos Aires, responde a un periodo de efervescencia teatral muy señalado en Argentina: muchísima creación literaria, y muchos espectadores en todas las salas. Argentina, América entera, se libraba de las dictaduras militares, y todos se replanteaban sus posiciones ante, o bajo, las botas de la represión. Ninguna palabra lo menciona, pero todo en la acción teatral rezuma la angustia intelectual de aquellos que no pueden salir a la calle. Como estábamos en un Garaje, nada más apropiado que un Godot reprimido, pensado y ensayado en sótanos.

Pero algo fallaba en aquella larga hora y media: el humor. Un cierto humor inherente al absurdo, fino, inglés, hubiera situado a los rafaeles en un armario con muchas puertas delanteras y traseras, en una montaña de basura como Winnie en Los días Felices de Beckett, o en aparatos de televisión huecos que conviven en un escaparate de los años 70.

Dramáticamente toca la actualidad en cuanto al cobarde actor, al cobarde autor, que ven desmoronarse la armonía social sin atreverse a decir quién se beneficia de mi destrucción; y a ese director estrella que continúa aprovechando la cobardía de los demás para beneficio propio.

El espacio en que se representa, el Garaje Lumiere, es un espacio muy agradable, se está muy bien y en un ambiente delicioso.

Acerca de jonsarasti

Después de años dedicado a la enseñanza y a crear espectáculos didácticos, ahora escribo y dirijo lo que me emociona y lo que es urgente. Este blog ha estado activo durante unos años, lo abandoné para no criticar inútilmente, ahora lo retomo para mi contento. Espero que os sirva. cc-by-sa-3.0
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